“Un vaso de vino entre las flores:
bebo solo, sin amigo que me acompañe.
Levanto el vaso e invito a la luna:
con ella y con mi sombra seremos tres”
Li Tai Po
En el sur de China existe un pequeño pueblo de apenas medio millar de habitantes llamado Dong, enclavado entre montañas y curvilíneas terrazas de barro, entre espejos de agua donde se sigue cultivando el arroz con el mismo sistema de miles de años atrás. En una de estas húmedas parcelas Xiao Feng, de apenas once años, aprende de su padre las técnicas del cultivo y el manejo de los búfalos de agua, pero también tiene otro sueño: llegar a ser algún día un virtuoso del Lu Sheng, una flauta cuyos orígenes se calculan en tres mil años de existencia. Fabricada con bambú y, buscando su contraparte occidental, con cierto parecido a la gaita celta cuyas lánguidas notas se hermanan con las del instrumento chino. Las hay de cuarenta centímetros las más pequeñas y hasta de cinco metros de alto las más grandes y los campesinos la tocan al momento de la siembra para favorecer una buena cosecha. Cuando llega la primavera, en Dong, se realiza una competencia a la cual acuden “equipos” de las comarcas vecinas. En la plaza central se reúnen los músicos con el pueblo arracimado en balcones, callejuelas y terrazas que también escalan la montaña. Más arriba quedan los campos de cultivo, los arrozales, y después la ladera hasta donde sube el jurado compuesto por media docena de los más ancianos. Desde allá, sin poder mirar a los ejecutantes, escuchan el coro de voces de los lu sheng elevándose desde el fondo de la cañada, acompañado con el eco natural que provoca la geografía del sitio, los viejos escuchan en silencio y dejan a sus experimentados oídos el dictamen final.
Para dar inicio a la competición, uno de los jueces se acerca al filo de la ladera y desde ahí ondea una bandera roja, misma que será de nuevo mostrada al término de cada participante si la puntuación es favorable. Una verde dará la mala noticia de que la actuación ha sido juzgada como decepcionante y la amarilla se reserva para las actuaciones sobresalientes, no hay más trofeo o premio que el prestigio de haber sido esa primavera los mejores.
Bajo la batuta de su entusiasta y casi adolescente profesor, Xiao Feng y sus compañeros de colegio participan por primera ocasión, saben que enfrentan a experimentados adultos. Lo que podría considerarse una desventaja se atenúa por el hecho de que los instrumentos con los que participa el equipo de Xiao han sido construidos por su abuelo, considerado en la región como el mejor fabricante de la milenaria flauta. El veredicto final recibe el beneplácito de público y participantes: el grupo de Xiao ha ensayado hasta la perfección y ese año ganan el concurso.
En la escuela Xiao aprende el mandarín, la lengua con la que el gobierno del coloso oriental pretende unificar su enorme territorio, sin embargo, no dejan de practicar la que se ha hablado siempre en su región, una lengua oral que los niños memorizan repitiendo a coro poemas que se heredan de generación en generación, uno de ellos dice: “Baja la niebla a la casa, a zancos sobre los arrozales, mientras una libélula con alas temblorosas, se posa delicadamente sobre los nenúfares en flor”. Son campesinos chinos, de seguro no los más pobres del país, que al final de la jornada fuman tabaco en largas pipas, que ríen y conversan con la familia alrededor de una mesa a ras de un suelo de madera pulida y desde donde se puede observar una cadena interminable de montañas dedicadas también al cultivo del cereal. Campesinos, herederos de una cultura milenaria que ha logrado conservarse orgullosa en el paso de los siglos.
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Consigna la prensa mexicana el “descubrimiento” de 600 “aviadores” en el sindicato de la paraestatal PEMEX. Para los lectores de este lado del Atlántico: como se les llama en el argot de la política a funcionarios que por sus amistades, gozan del privilegio de cobrar un sueldo sin necesidad de devengarlo. En este caso el emolumento asciende a 75 mil pesos mensuales para cada uno de los beneficiados. Por comparar, el sueldo que gana en el mismo periodo José Montilla President de Catalunya, pero hagamos otras cuentas. Este dispendio nos cuesta a los mexicanos 540 millones de pesos al año, cantidad suficiente para crear 12,500 puestos de trabajo pagados a razón de dos y medio salarios mínimos, 3,600.00 pesos mensuales que sin duda es una cantidad ajustada para subsistir, pero muy alejada de los 400 pesos con los que más de 40 millones de compatriotas se las tienen que arreglar cada mes, cifra considerada por la ONU para dictaminar en pobreza extrema a un grupo humano tal y como lo ha calculado el organismo internacional para el caso mexicano. Pero no es la única fuga de recursos, es un secreto a voces lo que ocurre con los maestros de la maestra, con las prestaciones en el sector salud, en los sindicatos de los empleados públicos, en el de los universitarios, con los funcionarios en turno, etc., etc., etc., y que esto lleva ocurriendo más de ocho décadas. La rapiña parece no tener freno, control, medida, ni caducidad.
La prensa internacional se ocupa de nosotros para dar cuenta de unas elecciones internas, plagadas de trampas, en un partido que se dice revolucionario y democrático y que se niega a darle a los mexicanos la opción de izquierda que el país reclama. De los electricistas anunciando que dejarán sin energía la capital y sus habitantes si no se cumplen sus exorbitantes demandas. De secuestros, ejecuciones y desaparecidos. De nuestras otrora tranquilas plazas provincianas, en donde ahora se dan cita los más jóvenes para manifestar una intolerancia que parece aflorar con muy negros presagios. También ha sido perla para el comentario, la partida especial del presupuesto que se auto asignaron los diputados de nuestro queretano estado, para financiar una visita de trabajo a China, precisamente durante los juegos olímpicos. Ojalá que su apretada agenda les de tiempo de hacer una visita a la arrocera comarca de Dong.
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Marzo de 1938, Barcelona es arrasada por la aviación fascista en colaboración con el dictador Francisco Franco, rompiendo por primera ocasión los acuerdos internacionales sobre conflictos armados al atacar a la población indefensa. En la misma fecha, en México, el General Lázaro Cárdenas expropia el petróleo y abre un camino de esperanza y progreso para los mexicanos. Hoy, setenta años después, los resultados hablan por si solos.