MARION EN EL CAP DE SALUT
Por Enrique Vallejo
Ya está, terminó por permear los medios españoles el asunto de las elecciones en México. No obstante las cruentas imágenes de la guerra que se libra en Palestina y en territorio libanés, o las ya cotidianas fotografías de cuerpos despedazados por el enésimo coche bomba en las calles de Bagdad, el tema de lo que ocurre en mi país esta cada vez más presente en la prensa española y resulta complicado explicar a los que preguntan lo que allá esta sucediendo. Creo entender los acontecimientos a partir de un conocimiento que parece heredado genéticamente, que me cimbra y me alarma, pero me cuesta poner en claro por lo compleja que se ha convertido nuestra convivencia, tan acostumbrados a aplazar los problemas. Nos hemos forrado, blindado dirían los analistas de hoy, con un lenguaje de sobre entendidos y rebuscadas maneras crípticas para no encontrarnos a nosotros mismo. Tal parece que no dar la cara ha sido la consigna en nuestra historia.
Como una paradoja aceptan los españoles reconocer nuestra proclive tendencia a la corrupción, los más críticos aceptándola como herencia colonial, y sin embargo no deja de sorprenderles que las cosas hayan llegado al punto de tener una ciudad paralizada y con la amenaza de la insurrección cabalgando de nuevo sobre el futuro de un país que parecía liberado de aquellos escenarios. Les causa sorpresa porque a pesar de todo nos consideran parte de esto que llamamos mundo occidental y que se reconoce en sus tres pilares fundamentales: Democracia, Libertad e Imperio de la ley. Nosotros, los mexicanos, los que vivimos de cerca el día a día, sabemos que democracia y libertad son conceptos precarios o demasiado nuevos para una mayoría que ignora como ejercerlos y mucho menos como defenderlos. Sobre el compromiso adquirido, la palabra empeñada, el respeto a la ley, lo tenemos bien claro: está al servicio de aquel que tiene los recursos para ponerla en marcha y hacerla funcionar. Remitirse a las estadísticas sobre impunidad es reconocer que nuestro aparato judicial está a punto de parálisis total. Así las cosas no se donde nos conectamos con esto del llamado mundo civilizado.
España y Europa entera se preparan para poner a tiempo los nuevos planes de educación bajo la normativa de la Comunidad. En el 2010, esto es en poco más de tres años, el conocimiento impartido a nivel de licenciatura deberá ser un 70 por ciento a través de la red, en el Internet, como decimos ahora. Las instalaciones físicas de las universidades se irán reduciendo, los libros desapareciendo, la educación superior como la concebimos al día de hoy no será más. Una cruenta realidad pero tal parece que es el tsunami de nuestros días, y no podemos dejar de pensar que quien pretenda enfrentarlo con una sociedad arcaica, anteponiendo el azadón y la yunta a esta vorágine cibernética quedará en franca desventaja y será borrado…o quizá no, y haya quien piense y convenza que lo mejor es volver a la sociedad rural para disfrutar del frescor del campo y la pureza del pan ganado con el esfuerzo físico, ¿cómo saberlo ahora?
El diccionario define infatuación como un estado previo al enamoramiento, como encaprichamiento, algo que tiene que ver más con el deslumbramiento de conseguir algo, que con el razonamiento cabal de nuestras limitantes y sentimientos . La conseja popular se refiere a ese periodo cuando asegura que el amor eterno dura tres meses. Conocí a Marion esperando turno en una de las bancas del Cap Salut. Una persistente gastritis me llevó a buscar diagnóstico médico y así, haciendo uso de mis derechos para acceder a la seguridad social, me encontré en una clínica limpia y con personal amable, ningún letrero que amenazara cancelación del servicio por manifestar reclamos. Capítulo aparte y para sacar de nuevo las botellas de cava, Cataluña inauguró esta semana su nuevo Estatut que entre otras cosas amplía el programa sanitario y como dijo su presidente, Pascual Maragall, “ya nos permite hacer lo que queramos”. Yo no puedo dejar de pensar en nosotros, los mexicanos, tan ayunos en derechos. Autonomías aparte Marion es francesa radicada en Barcelona, escultora y no llega aún a la cuarta década. Pelo largo, labios delgados pero como los del verdugo según descripción de la Yourcenar: el superior engrosado en los extremos. Mirada de cervatillo perdido en el bosque, facha neo hippie, tatuaje multicolor en el hombro y un amplio escote en la blusa bordada que enseña unos prometedores pechos, mismos que terminarán descubriéndose en la primera visita que haremos a la playa, esto del toples. Después de levantarse para contestar una llamada en su celular, cambió de sitio y sin cortarse se sentó a mi lado, dando inicio el intercambio preliminar de datos donde vamos calculando el tiempo que habrá de durar el nuevo encuentro. La primera señal positiva fue que la doctora Mediana, así se apellida, pretendía hacernos pasar al consultorio como si fuéramos pareja.
Marion comparte piso con Ivan, constructor de arcos de violín nacido en la república Checa. El luthier heredó el amplio departamento de un conde italiano, quien así agradeció favores recibidos de su familia en los últimos dos siglos. Se sabe que el conde vive ahora en Camboya, en un palacete de bambú que se mando construir a orillas de un río perdido en la selva e intentando formar una comuna con devotos del budismoEl piso de Marion huele a incienso y porro. No importa si es de día o de noche, esta siempre bajo una penumbra suave por la luz indirecta que se filtra en las pashminas de seda con que se empeña en cubrir cada bombilla. La música emana de un par de bocinas de alta resolución, tecnología de punta, instaladas justo encima de la chimenea que ocupa uno de los ángulos de la sala. Tres butacones de piel sedosa, una estantería repleta con libros de arte, almohadones regados sobre la alfombra irakí, un piano y una colección de adornos bien elegidos le dan aire de residencia de virrey británico y por el calor de estos días, en paso por alguna población de orillas del desierto.Marión ha convertido el luminoso patio interior en su estudio donde ahora machaca la piedra para liberar la forma, desde mi sillón de lectura observo el frenesí que por momentos adquieren sus movimientos o ese andar lento en círculos que me recuerda el del jaguar a la espera de su presa. En cada paso los glúteos y sus muslos se marcan en la delgada tela de la bata de algodón crudo, por momentos sus brazos son los de una medusa ondulante atrapada en aquella pecera blanca. Marion no promete y yo imagino. Marión puede ser todo en el futuro y yo me resisto. Marion está aquí sentada a mi lado en la clínica del Cap de Salut y no hemos cruzado palabra alguna, pero yo imagino.