Pastores y rebaños
Hace unos días, delante de un autolavado mientras esperaba que viniera el mecánico a poner en marcha mi viejo Vocho, escuché parte de la conversación que una clienta del local mantenía en su celular: “…el dictador quiere que vayamos al zócalo para repetir lo de Tlaltelolco”. Estupefacto se me vinieron de golpe imágenes de mi juventud.
De las escasas manifestaciones en las que he participado recuerdo dos. La primera el 26 de Julio de 1968 en la CDMX en mi primer año de universidad. Se habían suspendido las clases e iba por la Av. Universidad dispuesto a tomarme un café en el Vip’s con Luis, un compañero de la carrera. Desde una “ballena” (autobús) tomada por colegas de la facultad, nos invitaron a subir para ir al Salto del Agua al mitin por el aniversario de la Revolución Cubana y allá fuimos.
Mi ignorancia de aquellos días se hacía evidente cuando caminábamos por San Juan de Letrán y el contingente gritaba “¡mueran los sindicatos charros!” yo me abstenía de hacerlo por vergüenza, no entendía la relación que tenía la charrería con aquella marcha. Lo rústico no se me ha quitado pero ya sé un poco más de sindicatos…
En la manifestación había un grupo de “pastores” que desde las aceras vigilaban al contingente. Cuando quisimos abandonar el “mitin relámpago” que ejecutábamos sentados en el arroyo, delante de la Torre Latinoamericana, uno de ellos nos ordenó regresar a nuestro sitio. Su intención era que los granaderos, que ya venían por la Av. Madero, nos machacaran. Afortunadamente salvamos el episodio y el pellejo por el largo colmillo chilango de Luis que era de Clavería, yo un “provinciano” apenas salido del “cascarón”.
Mi otra participación fue el 13 de Septiembre del mismo año. El Rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, encabezó la que se conoció como la Manifestación del Silencio. Exigíamos diálogo con el gobierno y cese de la represión. Los “pastores” de ese día coreaban para que siguiéramos recto por la Av. Insurgentes. En el cruce del Viaducto Miguel Alemán estaba apostado el ejército. El Rector, conservando la calma y haciendo caso omiso a las provocaciones giró por la Avenida Félix Cuevas, todos lo seguimos. Habían pasado apenas dos meses de aquella mi primera y anodina demostración pero ya reconocía consciencia y orgullo de mi calidad de universitario… faltaban sólo 20 días para aquel funesto 2 de Octubre…
La reunión del domingo 13 de Noviembre es sin duda la más variopinta que he atestiguado en mi existencia. Se han concitado en ella convicciones políticas y sociales que apenas hace unos meses eran contradictorias e irreconciliables. Los manifestantes de esta marcha lo harán brazo con brazo sin apenas cuestionar sus diferencias con el vecino, lo harán libremente, sin miedo a la represión y convencidos que no se cumplirán los presagios que aquella señora difundía por su teléfono, es la democracia.
Pastores y rebaños aparte veo y escucho a ciudadanos, algunos amigos, genuinamente preocupados por el país o por la parte de país que les toca. Esperemos que de este concilio dominical emerjan los enunciados que definan y cohesionen a este grupo de la sociedad, que sus propuestas sean generosas e incluyentes, que miren al país en su totalidad, que sirvan para acortar la brecha social y económica provocada por décadas de corrupción, genuina tenaza que aprisiona nuestra convivencia.