Decía José Saramago en sus “Cuadernos de Lanzarote” (Noviembre 2008) que de los dogmas los religiosos apelan a la fe, que ni sabe ni puede discutirse a sí misma.
Hay otros, digo yo, que a partir de escritos de autores monumentales que cambiaron la historia, algunos convirtieron en nuevas Biblias para deterioro del intelecto, insisto, digo yo.
Como dice Saramago, leer, releer con espíritu universal “sería abrirle caminos más generosos al acto de pensar. Que tendría que comenzar por buscar la respuesta a la pregunta fundamental: ¿Por qué pienso como pienso?”