Mientras miro a dos nens jugar ajedrez en el Parc Güell leo lo siguiente: “Cuando los votantes niegan la victoria a todas las reinas del tablero, no están pidiendo jugadas de mayor riesgo, ni el más difícil todavía. Están reclamando tablas, es decir, concesión mutua sobre las cuestiones básicas [ ] El líder que sepa renunciar a sus ambiciones para entregarse a lo que exige el grave momento sobrevivirá. Sobrevivirá quien sepa atender a la totalidad del tablero mexicano prescindiendo de su propia jugada. El momento es de extrema seriedad. No está en juego la carrera de un líder, las futuras poltronas, el triunfo de unas siglas. Lo que está en juego es la dignidad de los mexicanos que, en sus desvelos cotidianos, tiran del país , al margen de las vanidades y de la épica del tablero político”. Si sustituimos lo de mexicanos por catalanes, estaremos leyendo un extracto del artículo La Dignidad de Catalunya, escrito por Antoni Puigverd para la Vangurdia del Lunes 15 de Mayo. El tema de Puigverd es a propósito de la crisis que vive el gobierno del tripartito, coalición de izquierdas que ha gobernado Cataluña en los dos últimos años. Conceptos que de seguro no vamos a encontrar en el discurso de nuestros candidatos, los de allá, cuyo lenguaje y actitudes se asemejan cada vez más al de los participantes de los llamados reality shows.
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En Junio del 2003, en la sobremesa del banquete por la segunda boda de un buen amigo valenciano radicado en Boston, uno de los contertulios, profesor de Harvard de apellido Edwards, especialista en temas continentales y sin bola de cristal sobre la mesa sentenciaba palabras más palabras menos, que si los mexicanos en las siguientes elecciones (2006), no lográbamos afianzar la democracia y detener la inercia de tantos años (se refería a la corrupción) podríamos tener una crisis de tal magnitud que lo ocurrido con la economía en Argentina iba a parecer una caricatura, esto último si que lo recuerdo textual. Uno de los escenarios, continuó diciendo, sería la militarización de la frontera ante masas de mexicanos, dio la cifra de hasta diez millones, tratando de cruzar la línea. Lo cuento aquí como si se tratara de exorcizar una pesadilla.
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Joi Anguita pertenece a la Comunidad catalano-judía Bet Shalom y Abdennur Prado a la Junta Islámica Catalana. Una tarde de esta semana estuvieron en el Centro Lambda dialogando con el tema “Los otros, la homosexualidad desde el judaísmo y el Islam”. El pequeño auditorio se vio rebasado por la respuesta de un público variopinto. Dos culturas, dos religiones, dos maneras de concebir al ser humano, en aparente confrontación por problemas políticos, poniendo las cartas sobre la mesa sobre un tema que acá ha dejado de ser tabú. Lo mencionamos en el artículo anterior, Barcelona apuesta por la tolerancia como motor de la democracia, de la libertad. A favor o en contra ya nadie duda que el respeto es el único campo posible para la convivencia. Si bien se concluyó que tanto en el Talmud como el Corán hay pasajes que condenan de manera específica la relación carnal entre personas del mismo sexo, reconocieron que en ambas comunidades la homofobia pierde terreno para dar paso a la aceptación de la diversidad y el respeto al ejercicio de la libertad individual.
Es evidente también que ante todo tema polémico se antepone la frase “ a partir de la transición”, esto para indicar como y cuanto han cambiado las cosas en este país desde la muerte del dictador. Difícil pensar que alguien, en su sano juicio, insista en decir que “antes” las cosas estaban mejor. Con el PSOE o con el PP existe un terreno ganado a la intolerancia, a la imposición, circunstancia que ha revertido a esa España medieval dando paso a una sociedad moderna que en muchos aspectos le marca el paso al resto de Europa. Me pregunto si llegará el día que en nuestro México podamos hacer lo mismo, referirnos a una fecha como el inicio de una nueva etapa.
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No soy aficionado al fútbol ni era culé, ya lo dije, esto de culé suena raro pero así es como se les llama a los seguidores del Barça. Confieso que no escapé a la magia de lo que ocurre hoy en Barcelona y me lancé a la Rúa para vitorear a los campeones. En medio de aquel festejo me puse a soñar despierto y traté de imaginar como sería Querétaro si esto nos hubiera ocurrido arrancando con aquellos Gallos Blanco del Pachín Niembro, allá en los años cincuenta.
Una prensa emocionada lo describe así: “Es la victoria de los catalanes, de los españoles, de los brasileños, del mexicano, del francés, del sueco, es el triunfo del corazón de un pueblo”. Porque hay que decirlo, hoy con la victoria se refleja el carácter de esta sociedad disciplinada, trabajadora, inteligente, divertida. Hoy soy más culé de lo que nunca hubiera imaginado, también porque siento que como mexicano algo me toca del triunfo de Rafa Márquez.
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Junto a la mesa donde tomo mi cortado cotidiano un grupo de muchachones hablan de la moda masculina para el verano. Regresan las patillas, la gomina y los tupés. Me entero ahí mismo que organizan algo así como un “grease tour”, yo flipo (anglicismo de moda para describir estado de asombro) y me quedo con esa sensación de vacío que deja la nadería cuando se vuelve tema de las preocupaciones cotidianas.
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Gana Fernando Alonso el Gran Premio de España en el circuito de Sant Meló. Dani Pedrosa en motociclismo en las pistas chinas. Nadal en Tenis, Barcelona la Copa de Europa. España arrasa en los deportes esta semana.
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Ramón es guardia jurado (vigilante) en el gimnasio al que digo que acudo cada día. Pronto supe que no era catalán porque contestó mi saludo desde el primer momento. Ayer me detuve a charlar un poco. Ramón es educado, culto y habla cuatro idiomas. En los ratos que le quedan libres da clases particulares de alemán e italiano. Nació en Córdoba pero de muy niño lo llevaron a la capital, Buenos Aires. Nieto de comerciantes a los 32 años tenía una pequeña cadena de 3 supermercados. Con el asunto del corralito perdió todo, incluyendo la casa familiar. Con el poco dinero que le quedó llegó hace cinco años a Barcelona. De su piso cerca de San Telmo y un pequeño chalet de verano en la playa, pasó a compartir departamento en una habitación de 9 metros cuadrados. Se quedó ahí casi un año hasta que, a punto de acabar con sus ahorros, consiguió este trabajo en donde pagan lo suficiente “para ir tirando”. Después de mucho logró traer a su mujer y al hijo que aún le quedaba en casa. Ella es psicóloga pero como no pudo homologar el título estudió un cursillo de masajista y va haciendo. El chico tiene 24 años, es camarero por las tardes y en el día estudia administrativas. Ramón me confiesa su afición por los boleros de Armando Manzanero. Como si estuviera en el escenario y sin avisar se lanza a cantarme “Adoro” , yo miro nervioso a los clientes que entran y salen y aunque aparentan no mirar, sonríen. Hay que reconocer que su voz cascada imprime un aire milonguero a la interpretación, cosa que me provoca una extraña sensación de nostalgia magnificada.
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Voy a los servicios del Bar el Segoviano en la calle Barcelona de Madrid. En el centro del mingitorio hay una pegatina, de apariencia plástica, con la imagen de una mosca. Sin pensar dirijo hacia ella el abundante chorro de mis riñones y caigo en el truco: no derramo una gota fuera del recipiente. Algo simple que mueve recónditos mecanismos de nuestra psiqué. Qué pretendía yo ¿Puntería?, ¿Ahogar al animalito?, no lo se, pero fui domesticado de manera inmediata e ingeniosa. Algo tan simple para someter esa natural falta de cuidado, manipular nuestra atávica tendencia a la guarrería o mejor aún, herramienta para evitar hacerlo fuera de la bacinilla, ¡Atínale a la mosca!, debería de ser nuestro primer pensamiento del día.
(Publicado en el periódico A.M. de la ciudad de Querétaro, México)
Excelente!