“…estemos donde estemos México, nuestro México, ya no estará bien y eso nos perseguirá siempre.
Dora Guzmán
De visita por estas tierras mi sobrino David, lo primero que pregunta es por quien hubiera votado yo de haber estado en México el 2 de Julio. Le explico que encontré en un poema de José Emilio Pacheco, hace más de 30 años, la justificación a mi desinterés por esa distorsión de país a la que han contribuido tanto la política y sus actores, lo reproduzco a continuación.
ALTA TRAICIÓN
No amo mi patria. //Su fulgor abstracto //es inasible.//Pero (aunque suene mal)//daría la vida//por diez lugares suyos,// cierta gente,//puertos, bosques de pinos,//fortalezas,//una ciudad deshecha,// gris, monstruosa,//varias figuras de su historia,// montañas//y tres o cuatro ríos.
0
La milicia Israelí argumenta que o acaba con Hezbollah o no puede garantizar la sobre vivencia del estado judío. Parece que no hay manera de parar la matanza y sobre lo ocurrido en Qana se han llenado planas en los diarios. El canciller libanés Tareq Mitri ha pedido una investigación internacional sobre el caso lo que nos permite pensar dos cosas, una, que Israel a sabiendas que el sitio estaba ocupado por refugiados, entre ellos decenas de niños, decidió castigar de manera cruel a la población libanesa que apoya a Hezbollah. O bien la contraparte: se sabe que la poderosa organización islámica cuenta con apoyo económico de Irán y de AlQaeda. Que Hezbollah aprovechó la debilidad del gobierno libanés para ocupar el sur del país y que sabiendo lo que ocurriría abandonó a sus suerte a este grupo de familias a manera de carnada. Lo que sea, hoy este rosario dantesco de imágenes en la prensa, en la televisión, nos deja sin aliento.
0
Hace unos días leía en la prensa el comentario de una mujer croata, octogenaria y sobreviviente al horror que se vivió en la guerra de los Balcanes, decía: “dediqué mi vida a mi familia, vivíamos tranquilos y felices, me visitaba con los vecinos que eran musulmanes unos y ortodoxos otros. Cada quien guardaba y cuidaba sus creencias. Hacíamos excursiones a la playa y nuestros hijos crecieron juntos. Un día llegaron los políticos que hicieron que comenzáramos a odiarnos, a matarnos como perros”.
0
Comentábamos en otra ocasión sobre el valor que tiene la vacación de verano para los españoles. Tiempo de cambio, fuga, reflexión, descanso y aventura; uno de los paraísos preferidos para alcanzar esto son las playas. Colocarse frente al mar y respirar a su ritmo, embelesarse con el movimiento de las olas que caen a los pies como si la naturaleza rindiera homenaje al hombre. Los españoles preparan con devoción este periodo y muchos saben de antemano como irán las cosas en este paréntesis de ilusión. Encontrarán de nuevo al amigo, al amante furtivo, reanudarán la partida de dominó. Al camarero amigo le pedirán la misma bebida con aquella ansiedad del adicto que busca la sensación primigenia. Tiempo para desconectar del acoso del jefe, de la rutina doméstica, del tele noticiero y la sosa reseña del corazón. Tiempo en el que se premia el esfuerzo individual y el colectivo de tantas generaciones que con su empeño han sabido montarse en esta sociedad de excepción y privilegio. España forma parte incuestionable de ese llamado primer mundo, al que por cierto solo tiene acceso poco más del 9 por ciento de la población del planeta. Tenerife es uno de los paraísos-destino para esta época. Pertenece al archipiélago canario, islas españolas frente al continente africano, por historia y clima más ligadas al bullanguero caribe que al casi hosco rigor peninsular. La Playa de la Tejita, al sur de la isla, es uno de esos alejados santuarios preferidos de locales y turistas avezados. El domingo pasado la playa se encontraba relativamente llena, a los lejos una barcaza parecía detenida en el horizonte de tan lento que avanzaba. Los bañistas jugaban con raquetas, a tirar el plato, a dorarse la piel como pollos en rosticería. Algunos habían comenzado ya con el tinto de verano y las cañas. Poco a poco se fue haciendo mas clara la imagen de aquella colorida nave. Cuando el sonido del motor se hizo presente estaban a menos de veinte metros y por la dirección en la que continuaban, con intención de atracar directamente sobre la playa. En ese momento algunos bañistas ya se habían tirado al mar para asistir a los pasajeros de la piragua. Desmayado, sobre la arena, cayó el primero de los 88 subsaharianos que venían en la patera, sin apenas sitio para sentarse, sin agua, sin comida, con síntomas de hipotermia y después de tres semanas de navegación. El drama de la época que vivimos se hizo presente: los desposeídos, los condenados de la tierra (Franz Fannon dixit) desembarcaban casi muertos frente a estos bañistas en asueto que hoy se convertían involuntariamente en protagonista de la noticia. El infierno de la miseria en una cita inesperada con beneficiarios del paraíso de la abundancia. La playa se hizo un llanto y como si obedecieran a un plan preestablecido, cada quien hizo lo suyo llevando toallas a manera de mantas, agua, alimentos, dando masaje a músculos ateridos, procurando sombra a cuerpos insolados. Con ayuda de los celulares se llamó a las asistencias y quince minutos después llegaba la primera ambulancia para brindar auxilio. Media hora más tarde la guardia civil para llevar detenidos a los “sin papeles” acusados de intentar acceder a una vida más digna. Diferentes medios han señalado el episodio para celebrar esa fugaz y desinteresada ayuda solidaria. Otros han recibido misivas de aquellos que un domingo despertaron de manera sorpresiva a la pesadilla de la desigualdad.
www.enriquevallejo.com