Una foto encantadora la de los 8 líderes de los países más ricos del mundo participando en la ceremonia de plantación de árboles durante su recién encuentro en la Isla de Hokkaido, Japón. Con sus palitas toman un poco del montoncito de tierra, de seguro orgánica, que los ayudantes han puesto sobre unos impólutos mantelitos blancos para no manchar el césped del jardín japonés de algún palacio de Toyako, pinitos bebés que verán florecer sus días apadrinados por tan importantes personajes. El primero de la línea es Silvio Berlusconi que gracias a su postura en ángulo de 90 grados nos permite dar fe de su última batalla con la que a golpe de injertos ha logrado vencer la calvicie. Luce un impecable traje oscuro, sin duda seda italiana, camisa blanca con corbata a juego en color azul rey y puntos blancos. Hay que decir que todos en la foto menos George, quien porta traje gris, utilizan el terno con el mismo color del italiano. Le sigue un encanecido Gordon Brown, el antipático primer inglés que no es que a mi me cause grima, si alguien le ha tomado ojeriza no soy yo, lo dicen las estadísticas de popularidad en su país donde parece que echan en falta la habilidad retórica y desafiante de Tony Blair, en fin, al lado del británico Ángela, con un saco muy elegante en color blanco marfil que le va de maravilla al tono de su piel y que, ojo, precavida la chica, luce abotonado hasta el cuello; hay que entender que va con más cuidado desde el día en que se sintió con derecho, como cualquier otra mujer, para dejar al descubierto parte de la línea de su generoso busto y causó una desagradable hecatombe mediática. Se le ve en la foto con su collar de cuentas negras a punto de hincar su palita en el montoncito de inodora composta. Le sigue George que como ya dijimos luce súper elegante con su traje gris, corbata con fondo azul de aquel de las estrellas y las barras; en la solapa un par de “pins” que no identificamos porque solo acostumbra llevar la bandera de su país, pero quizás ya había comenzado a hacer intercambio con sus colegas; el casi ex presidente se ha anticipado y ha depositado su porción de madre tierra sobre la conífera. Por la forma de sus labios parece que expresa un “¡ooppss!”, coloquial manifestación de la lengua inglesa estadounidense que en México se traduce como ¡órale!, mientras observa a su vecino de foto que se pone en cuclillas para hacer lo suyo, muy serio él, es el anfitrión y Primer Ministro Fukuda que como buen nipón, ya lo sabemos, no se toma a chanza ceremonias y rituales. Seguido encontramos a Nicolás con amplia expresión de felicidad que expone su perfecta dentadura; pienso que a su carácter jovial le van mejor los vaqueros luídos con que le vimos en sus primeras salidas con la Bruni, pero bueno, también le da imagen de seriedad enfundado en ese terno negro para acompañar a sus otros siete amigos como Presidente de la Francia eterna…él, siempre tan seguro de si mismo, ha prometido demandar a la enfermera que se negó a saludarlo, eso se llama guardar la institución!
Erguido y con la pala en una sola mano, no sabemos si ya colaboró en esto de aumentar la fotosíntesis del planeta, y con sonrisa tímida vemos a Dimitri, que como sabemos esta en el equipo de prestado, en realidad es una imagen virtual de Vladimir quien le ha alquilado el sitio como en su momento pensó José María hacia lo mismo con Mariano; también recordamos aquel pacto de sangre entre Luis y Pepe, sí, hablo de Echeverría y López Portillo que se prestaron la presidencia de la Republica haciendo honor a un arreglo concertado en sus días de juventud, lealtad entre cuates, sabiduría, mesianismo, iluminación, misiones divinas, no lo sé, la cosa es que el recién llegado Medvédev, mientras se entera si se puede acostumbrar al rango sin incomodar al amigo Putin, se la está pasando pipa, como dicen por acá.
En la foto no veo claro cual es la intención del canadiense Harper, parece como si estuviera a apunto de comenzar a cavar pero vamos, el set ha sido perfectamente calculado: arbolitos, montoncito de tierra, palita y ya está, es una ceremonia, no una tarea, pero ya sabemos como se las gastan de responsables los canadienses, quizá los más congruentes en el grupo. Cierra la foto el convidado de piedra, el portugués Durào Barroso a nombre del resto de la comunidad europea, que igual que los demás, con excepción del anfitrión, no se quita de encima una actitud de estra gastándose un broma.
Todos son de derechas, bueno, todos tienen la pala cogida con esta mano, quiero decir que no hay un solo zurdo en el equipo, tampoco vamos a buscarle ideologías a todo.
El planeta puede respirar tranquilo, en Toyako, población de 10 mil habitantes, crecen 8 nuevos árboles como parte del programa con el que han cerrado la cumbre los ocho países mas ricos, más poderosos, más contaminantes del planeta. Prometen reducir el 50% de las emisiones de CO2 para el año 2050, o sea dentro de 42 años. Yo, lego ignorante, no se si esto es pronto o demasiado tarde pero seguro que no me tocará atestiguarlo, aunque la muy seria y respetada WWF (World Wildlife Found) ya se ha encargado de calificar el anuncio de patético.
Los ocho declaran que sus economías resistirán los cambios y reconocen, eso sí, que habrá de prepararse para los millones de refugiados que busquen escapar de sequías en el Magreb, México, Etiopía o Pakistán. La histeria en la construcción de muros, militarización de fronteras, endurecimiento de trámites migratorios tendría entonces una explicación.
De cualquier manera siempre se saca algo bueno de cada experiencia y ahora nos enteramos que en la “merienda” de clausura, a cargo del chef japonés Katushiro Namakura, poseedor de una estrella Michelín y quien bautizó el ágape como “Bendiciones de la Tierra y del mar”, se incluyeron en el menú dedos de atún con aguacate, cordero lechal, erizos de mar, congrio con azucenas, rollitos de anguila, almejas hervidas y maíz con caviar entre otros, lo cual me hace sentir orgulloso de mi origen mesoamericano al observar como cada día los productos regionales ganan la mesa de los entendidos. Y claro, reflexiono, ahora que el cereal que permitió el desarrollo de las culturas americanas, el “máis”, está a las puertas de convertirse en hidrocarburo se cotiza a la alza en los mercados y sube con ello en el estatus de estas economías tan ávidas de consumir lo escaso.
Fastidia hacerla de aguafiestas pero mientras estos ocho con sus respectivas parejas se zampaban platillo tras platillo, 20 en total, la inflación mundial de los alimentos en lo que va del año amenazaba con reducir en 100 millones de seres la población de África.
De nuevo asistimos a una renovada posición de fuerza: nos dice el G8 que está preocupado por la crisis de los alimentos y el calentamiento global pero “confían que los países productores de petróleo aumenten a corto plazo su producción y refinación para frenar el alza”, si no es así nos amenazan desde su mesa de sibaritas y abundancia con la hambruna, creo que ya entendimos cual es el trato: petróleo barato por alimentos.