“lo único que nos queda por hacer es/ reconstruir/
momentos rotos.
Si existir ya parece una/ victoria/ es que la suerte nos está/ abandonando”
Charles Bukowsky
Como ya les había comentado en otra ocasión, Barcelona se sumó a la propuesta europea de promover el uso de la bicicleta como alternativa al transporte público. La medida, que contempla frenar el uso del automóvil, contribuir en la lucha contra la contaminación y mejorar la salud de los ciudadanos a través del ejercicio, se materializó en el Bicing, estaciones con bicicletas que el ayuntamiento ha puesto al servicio del ciudadano mediante un sistema simple, eficiente y accesible de 24 euros al año. El éxito ha sido contundente al cuadruplicarse la expectativa de usuarios para los primeros doce meses. Igual en París se perfila como otro más de los servicios que ofrece la ciudad, con unas bicis de color gris y de diseño, no así en Bruselas, donde éstas son gordas, pero ligeras y guapas aunque se han quedado en los aparcaderos, el clima lluvioso y el todavía fluido tráfico vehicular en las calles de la ciudad norteña, parece no estimular al usuario belga. Sobre el mismo tema, en la capital de Catalunya, se cumplió un mes de que entrara en vigor reglas y sanciones para el uso de la bicicleta. La nueva ley anticipa multas mínimas de 40 euros a los ciclistas que se pasan los semáforos en rojo, a los que transitan en aceras de menos de tres metros, a los que conducen de manera temeraria, a los que circulan en contra dirección, a los que no llevan luces y timbre, etc., infraccionando en los primeros treinta días a 350 ciclistas por las razones anteriores. La cosa no ha parado ahí, algunos automovilistas también han sido sancionados por invadir el carril bici y como si alguien tuviera dudas sobre la seriedad del tema, una docena de transeúntes, sí, gente de a pié, ha sido “cepillada” también con sus 40 euros por caminar u obstruir el carril destinado a los velocípedos. El ayuntamiento avisa que hasta hoy la guardia urbana ha sido tolerante con la mayoría de los infractores, pero que las medidas irán endureciéndose.
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El fabricante alemán de coches Audi acaba de anunciar el lanzamiento de una edición especial: la reproducción del legendario Auto Unión Tipo C que en la década de los 30’s devoraba las principales pistas de carrera. Una edición limitada a 999 unidades, en plata y negro, carrocería de aluminio, vestiduras de piel cosida a mano y al módico precio de solo 9,200 euros, costo del más económico de los coches en el mercado. Solo un pequeño detalle, el coche en cuestión es de propulsión a pedales y escala 1 a 2, o sea un artículo para las listas navideñas del Santa Claus que visitarán los críos londinenses en Harrod’s, los del Macy’s de la Quinta Avenida de Nueva York o las de algún aspirante a jeque en las sucursales de estos almacenes en Dubai.
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A Pascual Maragall lo conoció mi amigo Pepe Más en la Universidad de Columbia en Nueva York, lo comento porque cuando alguien te dice algo así, sientes entonces que el personaje baja de las páginas de los diarios y se coloca a tu lado como lo que somos todos, mortales comunes. El hacedor de las olimpiadas, el que puso a Barcelona en el mundo, el alquimista de la alianza entre las izquierdas, el que desciende de poetas acaba de anunciar que padece Alzhemier y con su característico sentido del humor, nos dice que lo único que de seguro no olvidará será su nombre, ya que siendo tan popular la gente tendrá a bien recordárselo. También hace pública su renuncia al partido político que fundó, el Socialista Catalán y que pasa a dedicar su tiempo en trabajar en el combate a esta enfermedad que en España mantiene perdidas en los pasadizos de la memoria a más de 200 mil personas. Como en el caso de Adolfo Suárez, si él nos llegara a olvidar, hay una sociedad orgullosa de haber construido con él, las páginas de la historia que nunca lo harán.
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George Steiner, Premio Príncipe de Asturias en el 2001, entre otra de sus muchas distinciones. Profesor de literatura comparada en Oxford, de poesía en Harvard, colaborador del New Yorker, The Guardian, The Times, uno de los pensadores actuales más activo y solicitado en el mundo intelectual, estuvo de visita en Barcelona y dictó su conferencia, “Recordar el Futuro”, en el Salón del Tinell, auditorio de lujo de la Generalitat. La lucidez de su visión nos deja helados con descripciones y pensamientos sobre el mundo que les esta quedando a los jóvenes. Cuando recuerda lo que él llama las dos guerras civiles europeas, del 1914 al 1945 y sus 70 millones de muertos. Cuando cuestiona la complacencia europea por la derrota en Irak y su incapacidad para terminar con la problemática de los Balcanes. Habló del eclipse de la humanidad, de la tiranía del dinero y cómo Europa, por lo mismo, va dejando desprotegidos sus tesoros que son comprados por las mafias rusas. Reflexiona cuando sus alumnos de hace 30 años se querían dedicar a la investigación y a la política y los de hoy solo piensan en la banca. Sobre la tentación del borrón y cuenta nueva, el cansancio por recordar tanto como un flagelo que lleva a mirar el futuro a partir de un gran vacío. A la cada vez más frecuente amnesia colectiva de una sociedad que suprime lo que le es insoportable y opta por el culto a la banalidad. Se refirió también a la nueva inmigración como la oportunidad que tiene Europa de mostrar al mundo, después de tanta atrocidad, que la raza humana es capaz de convivir en tolerancia. Reflexiones que llegan en dramática coincidencia con las imágenes del ataque racista que sufriera una menor ecuatoriana, la chulería que muestra el engendro que lo ejecutó, al ser entrevistado por los medios. Lo que parece, en un primero momento, como indiferencia del fiscal que no se presenta a atender el caso, tibieza de un juez que considera la agresión delito menor y la actitud del único testigo, también inmigrante, que prefiere desviar la mirada hacia otro lado, como si esta fuera la conducta adecuada para sobrevivir en esta selva.
Judío emigrado a los Estados Unidos al final de la década de los 40’s, cuando apenas contaba con once años de edad, recordó que la esperanza ha estado siempre a la izquierda, y, remata, “donde no hay una izquierda seria, con un programa humano, hay un agujero negro”.