“El esfuerzo inútil conduce a la melancolÃaâ€
Autor desconocido.
Este 18 de Julio se cumplieron 70 años del levantamiento encabezado por Francisco Franco contra el gobierno de la república elegido democráticamente. Una declaración de guerra de los militares contra su pueblo. Evento lejano en el tiempo pero indiscutiblemente presente en los sentimientos de esta sociedad que por momentos, en medio de la fiesta que provoca la abundancia del éxito económico, también escucha barruntos de tormenta, algunos con esa morbosa fascinación que supone el echar todo a rodar en el salvaje escenario de revanchas y exigencia de prebendas, buscar porque si la discordia como si en una guerra fraticida existieran vencedores y vencidos.
A continuación reproduzco la entrada del reportaje sobre este aniversario y que aparece en el suplemento cultural del diario La Vanguardia. Las condiciones con nuestra hora actual mexicana, al menos las retóricas, se antojan paralelas.
“La España que se vio envuelta en una guerra civil en el verano de 1936 era una sociedad harta de atraso y hambrienta de cambios. Sus anhelos fueron conducidos por unos gobiernos y unos partidos polÃticos que no acertaron en absoluto a la hora de negociar, pactar y apaciguar los ánimos de quienes querÃan cambiar y mejorar y los que no querÃan perder nada. La crispación y una violencia casi impune se adueñaron de una sociedad frustrada por la falta de resultados de esas reformas que debÃan traer por fin la modernidad a Españaâ€.
En mi primera estancia en Barcelona, hace 35 años, México, a pesar de sus graves problemas de violencia, corrupción y autoritarismo, era una nación pujante y por momentos plena de esperanza, parecÃa que prometÃa más que aquella España gris, retardataria, por momentos simplona, conservadora y aislada de la comunidad internacional. Poco años después, con nuestra primera gran crisis económica a principios de los años ochenta y a la muerte del dictador la llamada transición en la penÃnsula a finales de los setenta, el escenario cambió. Aquel dÃa que la historia recogió como el del Pacto de la Moncloa, el pueblo español dio aval a sus representantes para inaugurar, como todo al principio, una frágil y precaria democracia que a pesar de la amenazante vigilancia que ejercÃa la milicia, fue valiente y supo pactar, ceder y conceder, perdonar y cambiar para salir adelante y constituirse en el moderno modelo de monarquÃa parlamentaria, hoy con un presidente socialista, dinámico e incluyente.
En su editorial del martes, de nuevo el diario la Vanguardia, hace memoria sobre los acontecimientos que sucedieron al dÃa siguiente de aquel 18 de Julio de 1936.
[ ] “Triste celebridad histórica pues marca el inicio de una cruelÃsima guerra entre hermanos que dejó un ominoso rastro de sangre y cadáveres, de heridos y lisiados; que arrasó ciudades y provocó hambruna; que cortó de cuajo los sueños de generaciones enteras y dejó un paÃs dividido entre buenos y malos, vencedores y vencidos.
Al terminar la guerra, para muchos españoles se inició la dolorosa ruta del exilio exterior o interior, puesto que la reconciliación y la recuperación de las libertades básicas aún tardarÃan décadas en llegar. Juicios sumarÃsimos, fusilamientos, destierros y depuraciones marcan una interminable posguerra en un paÃs destrozado [ ] Muchos de los muertos no cayeron en combate, sino en los llamados paseos que ambos bandos llevaron a cabo, fundamentalmente en la retaguardia, bien de forma más o menos sistemática o, por el contrario, errática y descontrolada. Estas bárbaras ejecuciones reflejan un desolador espÃritu vengativo [ ] Continuación de este espÃritu fraticida y vengativo fueron los cuarenta años de dictadura franquista [ ] Por otra parte y desde posiciones antagónicas, se aprovecha el rescate de la memoria de las vÃctimas republicanas y catalanistas para idealizar el bando republicano y proponer una lectura moral, no solamente del pasado, sino también del presente, tratando de corregir el denso silencio oficial que durante tantos años se abatió sobre los vencidos [ ] La pretensión de reintroducir, en la polÃtica actual, la supuesta superioridad moral de uno de los dos bando reabre en el presente las trágicas heridas del pasadoâ€
Parece que estos dÃas el tema obligado es hablar de nuestras elecciones. Diversos analistas aseguran que vivimos el momento más crÃtico de nuestra historia moderna y que está en juego la muy joven democracia mexicana. Quitando el breve episodio maderista en los primeros años del siglo XX, una vida democrática que se inicia apenas hace seis años, porque no creo que alguien en su sano juicio se atreva a ponderar la mascarada electoral a la que sometió al paÃs los 70 años de priismo, sobre el tema falta mucho por aprender.
Peligroso o no llegamos, eso si, a otro momento de coyuntura, punto de giro, oportunidad de cambio. Es obligado también recordar que se ha quedado en el camino la esperanza y los proyectos de muchas generaciones de mexicanos: la marchanta de toda la vida en el mercado, el ejidatario y su yunta, la enfermera jubilada después de 40 años en el mismo puesto, el obrero, el dueño de la imprenta con tres empleados y nueve hijos, la papelerÃa familiar heredada a tres generaciones, la fondera que tantas noches nos ha dado de cenar; esos millones de mexicanos que han vivido con la alegrÃa de las pequeñas recompensas pero ajenos a sus talentos, tan ocupados en sobrevivir las crisis sexenales y la rapiña, ha tenido la paciencia y las más de las veces el humor para cargar con la desaprensión de una clase polÃtica incapaz de mirar por el bien común, huecos en su idea de nación. Ya hemos sido puestos a prueba y el rechazo al encono ha sido una constante pero tampoco podemos ignorar que en estos dÃas se generalizan comentarios como el de una amiga, desesperada por tanta basura y felonÃa vertida en una campaña polÃtica larga, tensa, costosÃsima y cuyos resultados hoy se nos revierten convertidos en amenazas, las de unos y las de otros: “Estos –refiriéndose a nuestros polÃticos– no nos merecen”. Lo preocupante es escuchar esa voz quebrada por la tristeza, con esa melancolÃa que acompaña al desaliento.
(Publicado en el periódico A.M. de la ciudad de Querétaro, México)